Dédalo a.k.a Verbalis

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El subjuntivo no es más que un modo de inexistentes mutaciones del error.


Si pudiera devolverme a mí misma, a mi antiguo yo, no hubiese construido tanto:

ahora, no estuviera yo lamentándome sobre estas ruinas, tantas ruinas.


El indicativo, siempre escapándose, no es más que el único modo de actuar para arrepentirse.

Si destruyo ahora, el futuro será redundancia perfecta de una hecatombe.


Huele a quemado. Es la pira funeral de mi espíritu.


Lo que existe detrás de esta página.



El silencio, el tiempo, aúllan juntos.


Tic Toc Tic Tic Tac


Tac Tic Toc Tac Toc Tic


Cuando quiso besarlo, ya había olvidado porqué sus labios eran los amados.


Tic Tac Tic Tac Tic Tac


Toc Toc Toc


Otra noche ha llegado y este demonio se alimenta de tiempo.


Tic Tac Tic Tic Tic Tic Tic Toc


Otra mañana llegará y mi reflejo devorará cada letra de mi nombre.


El tiempo y el silencio aúllan juntos.


Tac Tac

Saltus

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If simply all the fear could materialize in a landscape, I’d just harden even more my pace and my sight to its coarse texture,

any drop of blood

would fall,

trembling,

as my hands –croaking helpless words- grab the rest of the decaying tissues beneath the layers, colored by dirty drizzles, now outer to any shade of the mind.


That could be simple


Even more complex

the tied knot



such a spider was engulfing me, in silence,

while I was mesmerized by the chants, the chore


then

the oblivion came

the spot which I groped for


where my persona

-nevertheless the time-

had kept, without object and absurdly,

the last straw of memory.


Beyond complexity, without reaching simplicity,

the future awaits,

as the synchrony of a smoking head.


Nothing but a pendulum,

a still sad pendulum

De mi puño y letra

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suempo

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He tenido sueños extraños, casi toda mi vida. Lo peor no es ese hecho, sino el recuerdo. Permanecen fijados como en alguna filmina; una tras otra, las archivo en mi cabeza. Algunas de ellas se debaten entre dos realidades: la onírica y la tridimensional. Ese enfrentamiento se basa en la oscilación del dolor, movimiento que hace de todo placer un arrebato perplejo que desea prolongarse antes del umbral de la conciencia, construcción que siempre amenaza con hacerse más y más alta, más y más cruda en su trazo inhumano. Sueños que son absolutamente placenteros, pero que al despertar se difuminan en la solidez de mi cuerpo acostado. A veces, en la madrugada, abro los ojos y observo la luz que viaja lentamente, suspendida en el estupor del cuerpo adormecido. El tiempo es entonces un concepto sordo que sufre interminables modificaciones: analepsias, prolepsis y tal vez un poco de epilepsias.

A veces me pregunto, cuando estoy despierta: ¿ qué acecha detrás de las formas, que –desde un punto de vista técnico- se agrupan molecularmente para crear una impresión, ergo, una reacción progresiva que se repite infinitamente en el cliché de la cadena? ¿Es este el Saturno de la monotonía? Si lo es, no hay piedra que le haga vomitar lo que ya ha devorado.

Cada sueño deja una huella, sin embargo. Cicatriz o pedazo estéril, lo que realmente importa no es su valor semántico sino su imposibilidad de sanar o de florecer. O al contrario. De todas maneras ya no importa.

Esta breve reflexión ha quemado ya algunas neuronas que pudieron ser entregadas al reino vacuo de la información cibernética. No será mi última ofrenda, sin embargo.

Aquí aguardo en mi barca en este mar muerto de lectores. A propósito: el otro día me tocó permanecer una noche en un hospital inglés…apenas había llevado mi celular y las llaves de mi casa. Ni siquiera tenía calcetines y sí, estaba apestando un poquitito. No sabía que tendría que dormir allí, por lo tanto no acerté a llevar ningún libro. A fuerza de mirar el techo de la habitación, estaba buscando otro hobby, y fue cuando abrí un armario que había al lado de mi cama: el Nuevo Testamento aguardaba por mí. Llegué a las partes más fogosas del Apocalipsis e hice una breve lectura comparativa de los cuatro evangelios. Creo que el librito habrá dejado algo, ahí, flotando a merced del viento. Sin embargo, esa noche, no tuve sueños.

Enamorada

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Hilillos pálidos descubren
tu abrazo, que lejano,
vacía de tiempo y acerca el instante
a espacios insensibles:
mi mano se abisma en tu ausencia,
profunda, inevitable

nada que escribir

Noche, laguna oscura
que cerca lo que conozco por cielo;
más infinito que tus ojos
es su reflejo,
que de místicas latitudes solares,
ha penetrado la honda selva de mi alma.

Sentidos quietos
que tras el dolor permanecen,
cada lágrima tuya
abrasando mi carne, solitaria de ti.

El reflejo desaparece,
quiebra:
queda, en el centro,
el fuego, la calma,
tu mano entre mis piernas
y la tarde en tu mirada.

Ilumina, ilumina
con gozo interminable
me lastima,
me hace
femenina, íntima,
dentro de mí...

Se quiebra,
al vértigo lo furtivo

Se quiebra
un horizonte vacío
y tu figura camina,
toma forma en mi carne,
lo que tu dulce amor
ha vencido

Evohé! Evohé!

Aturdimiento divino

solo queda
la memoria de tu latido

Luces,
fuegos fatuos,
son tu voz, que se extingue;
mudo, mudo temor,
tus ojos claros
me encuentran en el abismo.

Te observo a través
del cristal, de la montaña,
me embriago con tus manos
y tu beso largo

¿Habré soñado?
Pálidos hilillos
se tiñen de púrpura;
tu cicatriz en mi cuerpo
me dice
que no he dormido.

Quién es Eef Albers?

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Comentar el siguiente video sería una redundancia.

No olvide la inmoderación que sigue al placer...además, después de todo descontrol sobreviene una calma culpable y húmeda, como la almohada sobre la que hemos llorado con histeria inevitable. Luego nos daremos cuenta de lo estúpidos que fuimos alguna vez. No es que esto tenga que ver con el video...o sí? De todas maneras, cualquier crítica siemprenunca es bienvenida, y mucho másmenos si tiene ese fervor alcalino de la ignorancia.

-Yo he pecado de redundante, padre mío.

Sebastiaan Cornelissen en la batería y Udo Panekeet en el bajo.

R.E.M

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Dame algo más

Dame otro vaso de agua

Soy la sedienta vagabunda que ha detenido el colapso, ha abierto los ojos

(Manténgalos cerrados)

Alma mía, que arrebatada de silencio se sonroja

Dame algo más - me abraso en esta piedra-

Persianas de piel, hoyos negros que refractan la conciencia.

Detrás de mis ojos verdes habita un dragón de hierba

Hado

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Ella regresó. Las manos vacías, un tango en la memoria, demasiado ebria como para articular ni siquiera una canción que guiase sus sentimientos. Era la mirada vidriosa del silencio. Se le podía ver ya sentada, ya entorpeciendo un baile, su silueta a contraluz mascando con un gesto amargo el desengaño. El objeto de su deseo se había transformado, en un acto irreversible, hasta el punto de parecer, sino de ser, aquello de lo que siempre habría huido.


La jaula suspendida, la monotonía del cielo, el mismo aire que encerraba la respiración en el unísono repicar de las tazas. Era un tiempo completo –pluscuamperfecto­- y lo que ahora estrujaba en sus manos había sido, al comienzo, una ingenua historia, una forma transparente que se retorcía e hinchaba: con un cuello exagerado sólo gemía, implorando no existir. Ella sólo sentía el deseo lujurioso de la ira, en tanto que el presente se desleía en entrecortadas palabras que dejaban abismales espacios alfabéticos, gráficos, de un (im)palpable horror semántico.

Al menos se podía sentir como un batallón de insectos trepando por su nuca. Una última polilla descansó en su mano inmóvil que goteaba sangre. Habría de encontrarla con la mirada fija en la última estrella que resplandecía en aquella noche ajena al tiempo. Viva, estaba. Sólo que ya había caminado el temible pasaje del papel hacia la corporal sensación del sonido, del trazo.

Y ahora habita en mí, doblemente bruja y maliciosa, ha regresado a mí, cantando un tango del cual YO no conozco la letra.